miércoles, 29 de marzo de 2017




EL PAISAJE


“ La fotografía de paisajes es la prueba suprema del fotógrafo, y a menudo, la decepción suprema”

Ansel Adams


El paisaje, un entorno, un lugar, un hábitat, un horizonte, una perspectiva…Casi siempre cuando uno habla de paisaje, inmediatamente la mente nos lleva a ese lugar con vegetación, posiblemente una cascada o río, aire fresco, flores, algo así como las fotos tan hermosamente expuestas de Ansel Adams, el equilibrio que conlleva entre diafragma, exposición y sensibilidad; me encontré de un de repente mirando sus fotografías durante un largo tiempo , haciendo que la profundidad de campo me llevase más allá de la misma imagen, sus contrastes y luz tan bien manejados no hacen pensar a uno en el color del paisaje, sino en el mero deseo de querer estar ahí, una fotografía casi “real” y “perfecta”, para mi hermosa pero no atrevida o desafiante.

Pero porque no, un paisaje también puede ser algo tan común y tan sencillo y maravillosamente pequeño que no muchas veces tomamos en cuenta pero que ahí está a diario y que Edward Weston encuentra esa hermosura en la sencillez de una forma y menciona una frase “hacer de lo habitual, lo inusual”, pensemos en su enfoque y nitidez brillantes que podemos notar en su hoja de col donde pueden percibirse a la perfección las venas que nacen de ella y que incluso podría parecer una tela “artísticamente” acomodada o su famoso pimiento que parece formas humanas, gracias también a las luces que supo manejar. Lo cual me recordó a Bill Brandt cuando dijo con respecto a la fotografía “Esto no es un deporte, no tiene reglas, debes intentarlo todo” y creo que es cierto pero arriesgado, arriesgado a que intentes e intentes y no más no te salga algo o que lo pruebes y de todas maneras dentro de esas pruebas experimentas y aprendes. Su fotografía me recuerda un poco a Weston en cuanto  a esa búsqueda de las formas, sólo que Bill, inversamente buscaba también ese paisaje en la figura humana, brindándonos primeros planos, contrastes de blancos y negros, profundidades de campo y desenfoques que aportan a mi ver esa extrañeza y misterio a sus fotografías.

De repente di un salto extremo cuando me encontré con Franco Fontana, al principio fue como el dicho “me saco de mis casillas”, fue un terremoto (exageradamente) del confort que sentí al mirar la fotografía  Anseliana y Westonliana, como cuando te dan tu helado de otro sabor, pero lo pruebas y al final te gusta, esos colores saturados en sus paisajes urbanos y rurales, la composición, el manejo del color, perspectivas y paisajes geometrizados, que la verdad a simple vista me parecieron algo pictóricas o gráficas, pero con ese atrevimiento y desafío que rompieron con lo bello y convencional, que muestra la “realidad”, a comparación de las dos realezas que mencioné arriba; pues estos paisajes, de Fontana, difieren,  en los rurales hay un contraste en el color, claramente juega con la perspectiva y contienen mucha expresividad, pero los paisajes urbanos contienen solo sombras de la humanidad, cierto simbolismo en ello que inquieta e interroga; me hicieron descubrir cuan se puede experimentar con la fotografía, donde podemos romper reglas o simplemente anular la “naturalidad” del paisaje.
El paisaje de Jem Southam me es un poco nostálgico, quizá por la sutileza de los colores, el paisaje nublado y sobrio, pero también es espiritual y sencillo, lo que me es agradable, me transmite cierto misticismo, como si parte fuese real pero al mismo tiempo un poco fantástico y la interacción que existe entre ser humano y su medio ambiente, ya sea un ambiente rural o más urbanizado como las fotografías de Joel Meyerowitz, que es un buen ejemplo para usar un contraste con Southam, pues este paisaje es más “metropolitano”, más caótico, rebelde y divertido, el color comunica y la profundidad de campo le da fuerza y actitud.

Para finalizar, creo que la fotografía de paisaje, ya sea desde una cebolla hasta una gran ciudad, tiene su fascinación y su dificultad, el tiempo de espera, la profundidad de campo, la luz, contrastes, obturación, exposición, sensibilidad, pero sobretodo la relación que tienes con este paisaje y el modo de percibirlo, pues por ejemplo no podría concebir a Adams haciendo un trabajo como el de Fontana, posiblemente también el lugar, tiempo y circunstancia influyan


viernes, 10 de marzo de 2017





ENSAYO
FOTOGRAFÍA...    EL RETRATO


“Cuando he tenido tales hombres frente a mi cámara, toda mi alma se ha dirigido al deber de registrar fielmente su grandeza interior así como los rasgos externos”
Julia Margaret Cameron



Cuando se habla de un retrato, me imagino siempre una escena planeada con completa alevosía y ventaja, pero sucede que un retrato, ¡claro!, puede ser de tal manera, pero también de una manera más libre, sin que de por medio se tenga que decir al modelo que por favor se siente y ponga una pierna encima de otra, que tome las flores que están a su lado o que simplemente torne una sonrisa falsa.

El retrato abarca una infinidad de maneras de hacerlo y “deshacerlo”(lo cual apenas entendí o quizá creí entendí), con deshacerlo me refiero a saber las reglas para poder romperlas, como en el caso de Julia Margaret Cameron, en los que sus retratos  fueron criticados por que  “no les llenaba el ojo” su técnica, pero al ver el retrato que hace de  Annie Wilhelmina Philpot o “La Madonna Riposata”, puedes casi ver que las modelos tienen cierto temperamento que las caracteriza, nada actuado , ni impuesto, una suerte de “interiorización” en sus rostros.

En la fotografía de Julia Margaret Cameron pude observar a parte de cierto desenfoque y nitidez no perfectos, algunas tomas de cuerpo completo, el manejo de las luces y que acerca mucho su cámara a sus modelos como si quisiera captar la sutileza que guardan sus cuerpos, sus gestos y expresiones, algo más allá de una característica o de un temperamento. Seguramente los modelos algunas veces se retorcían por dentro, pues los tiempos de exposición de Cameron eran “larguitos”, en fin, utilizaba el desenfoque, lo cual muchas veces le llevo a una crítica de esa destructiva por los medios.

Y es aquí cuando comenzó a importarme  más en el retrato, pues al principio no me parecía tan interesante, pero conociendo un poco más sobre estas(os)  fotógrafas(os), como Cecil Beaton, que para mi ver, dió un salto grande de Cameron a él, en el sentido de que Beaton era un fotógrafo de la realeza, de la moda y celebridades, con algunos toques “artificiales”, artificiales por que utilizaba en sus retratos otras atmósferas luminosas, más accesorios etc, pero no porque la fotografía fuese artificial sino era “natural” pero con otra visión o sentido.

La fotografía de August Sander, bastante nítida y enfocada, el no elegía a los individuos que retrataría sino suponía “con razón, que la cámara inevitablemente revela los rostros como máscaras sociales”; la luz bien manejada sin ningún efecto. Y claro algo de los retratos de Diane Arbus me sugieren a Sander ,  con una nitidez que resulta un poco mórbida, luces duras , pero sobretodo llama mi atención sus modelos, personajes que nos resultan “distintos” pero con los que tenemos mucha igualdad al mismo tiempo.

Reflexiono entonces sobre el retrato, esa forma de captar ciertas sutilezas que no pueden verse a simple vista, ¡ojo!, no sólo con personas, bien pueden ser edificios como algunos de Berenenice Abott, o instantes y experiencias cotidianas como los retratos de Nan Goldin que reflejan muchos temas que tuvieron que ver con su vida, el juego de la luz de Tournachon o llegar hasta “derrotar anímicamente” a los modelos en largas sesiones para que en determinado tiempo   mostrara su personalidad más sincera, como lo hacía Richard Avedon.


Finalmente pienso que cada quien tiene una forma de ver el retrato, no hay un modelo a seguir, hay muchos, pero cada quien le da el giro que desee, que se identifique ya sea con su personalidad, con  sus experiencias y vida, con algún tema a documentar etc; pero hay factores formales que son necesarios conocerlos, como el enfoque, la luz , claros y oscuros, iluminación, encuadre, nitidez, composición etc, para que si en algún momento deseemos romper con algún aspecto, lo hagamos de manera correcta o quizá no tan correcta.